Durante más de dos milenios, la figura del papa ha sido mucho más que la de un líder religioso: ha sido símbolo de poder, influencia y también de controversia. Desde su instauración con el apóstol Pedro, el papado ha encarnado la continuidad de la Iglesia católica, navegando entre guerras, reformas y tensiones internas. La reciente muerte del papa Francisco, figura clave del siglo XXI, invita a revisar el legado y los momentos más impactantes de esta institución milenaria.

El origen del papado se encuentra en el Evangelio de Mateo, capítulo 16, versículo 18, donde Jesús le dice a Pedro: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” Este versículo ha sido interpretado por la Iglesia como el mandato que convierte a Pedro en el primer papa y, a partir de él, se traza una línea sucesoria que ya suma 266 pontífices.

La elección de un nuevo papa

Cuando muere un papa, se activa el protocolo de sede vacante, en el que el trono de San Pedro queda desocupado y el gobierno de la Iglesia recae en el camarlengo. Este se encarga de verificar la muerte del pontífice, sellar sus aposentos y organizar el cónclave para elegir al nuevo papa. Los cardenales menores de 80 años son los encargados de esta elección, viajando al Vaticano y quedando aislados del mundo exterior para evitar interferencias.

El cónclave tiene lugar en la Capilla Sixtina, donde los cardenales votan en secreto hasta alcanzar una mayoría de dos tercios. Tras cada votación, el humo de las papeletas quemadas indica si ha habido consenso: el humo negro significa que no, y el blanco, que un nuevo papa ha sido elegido. El nuevo pontífice es presentado con la famosa frase Habemus Papam, revelando al mundo el rostro del líder de la Iglesia católica.

¿Por qué casi todos han sido italianos?

Más de 200 de los 266 papas han sido italianos, reflejo del peso que tuvo Roma como centro espiritual, político y administrativo de la Iglesia durante siglos. Durante la Edad Media y el Renacimiento, el papado estaba fuertemente influenciado por las grandes familias nobles romanas, y los Estados Pontificios aseguraban una estructura de poder concentrada en Italia. Además, la mayoría de los cardenales que participaban en los cónclaves eran italianos, lo cual reforzaba la continuidad local.

Esta hegemonía comenzó a quebrarse en 1978 con la elección de Karol Wojtyła, Juan Pablo II, oriundo de Polonia. Fue el primer papa no italiano en más de 450 años y marcó el inicio de una nueva era en la que el papado se volvió más representativo de la diversidad global del catolicismo. Su elección fue también un gesto político significativo, en plena Guerra Fría, y fortaleció el vínculo entre la Iglesia y los pueblos oprimidos por regímenes autoritarios.

Los papas que marcaron época

Pío XII (1939–1958) fue una figura clave durante las turbulentas décadas de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Aunque su papado ha sido objeto de debate, especialmente en relación con su respuesta al Holocausto, fue fundamental para proteger a la Iglesia en tiempos de persecución. Su postura de neutralidad en la guerra y su esfuerzo por reorganizar la Iglesia en la posguerra dejaron una marca profunda en la historia contemporánea del catolicismo.

Juan Pablo II (1978–2005) fue una figura monumental. Carismático, políglota y viajero incansable, tuvo un rol central en el fin del comunismo en Europa del Este. Le sucedió Benedicto XVI, teólogo alemán que sorprendió al mundo al renunciar en 2013, gesto inédito desde el siglo XV. Su decisión abrió paso a una nueva era de humildad institucional.

Francisco (2013–2025), el primer pontífice latinoamericano y jesuita, fue una figura transformadora. Cercano, pastoral y preocupado por los pobres, denunció los abusos dentro de la Iglesia, defendió el medioambiente y buscó tender puentes entre la fe y el mundo contemporáneo. Su encíclica Laudato si’ marcó un antes y un después en la relación de la Iglesia con los temas globales. Su muerte deja una huella profunda en la historia moderna del catolicismo.

Papa Francisco

El papa que gobernó apenas 33 días

Juan Pablo I fue elegido en 1978 y falleció 33 días después. Su muerte repentina, oficialmente causada por un infarto, dio lugar a todo tipo de especulaciones. Fue beatificado en 2022 y es recordado como el «papa de la sonrisa» por su estilo humilde, cercano y esperanzador.

Su breve pontificado, aunque marcado por la tragedia de su muerte prematura, dejó una huella en la Iglesia por su deseo de renovación y cercanía con los fieles. Su figura sigue siendo un símbolo de esperanza y una promesa de cambio para muchos dentro de la Iglesia católica.

Las sombras del trono de Pedro

No todo ha sido espiritualidad en la historia del papado. Alejandro VI, del clan Borgia, encarnó el uso del trono papal como instrumento de poder y placer. En el siglo IX, el grotesco «Concilio Cadavérico», en el que el papa Esteban VI juzgó el cadáver del papa Formoso, mostró cómo la lucha interna por el poder llegó a extremos impensables incluso dentro de la Iglesia.

Un liderazgo que sigue siendo relevante

Hoy el papa ya no comanda ejércitos ni administra territorios como en siglos pasados, pero su voz aún resuena en asuntos globales clave: justicia social, paz, migración, medioambiente. La figura del pontífice sigue siendo un referente moral en tiempos de crisis, y su elección no solo impacta a la Iglesia, sino también al panorama geopolítico mundial.

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