El primero en regresar, fue el exalcalde sampedrano Rodolfo Padilla Sunseri, prófugo de la justicia desde 2017, acusado de abuso de autoridad y malversación de caudales públicos. Beneficiado por el decreto 04-2022 (amnistía política), el exedil es la apuesta del movimiento oficialista del Partido Libertad y Refundación (Libre) para ganar la alcaldía de San Pedro Sula.

El segundo en retornar fue el exdiputado y actual presidente del Comité Central del Partido Nacional (CCPN), David Chávez Madison, quien hace 15 meses huyó del país luego que el Juzgado de Letras Penal en materia de Criminalidad Organizada y Corrupción girara su orden de captura, por fraude y violación de los deberes de los funcionarios.

Sunseri y Chávez fueron recibidos como héroes por sus propios partidos. Con globos en sus manos, las bases dejaron claro que las acusaciones por corrupción no están por encima de la fidelidad que les profesan a sus caudillos. Las autoridades partidarias tampoco dudaron en recibirlos. No importa lo que haya sostenido en su momento el sistema de justicia, ambos siempre tendrán cabida en sus partidos.  

En pleno año electoral, los dos políticos declaran lo mismo, que han sido víctimas de persecución política, pero que están listos para entrar de nuevo al ruedo. El recibimiento de sus seguidores y el poder que aún mantienen en el tejido político les hace confiar que, en Honduras, no hay escándalo pasado que afecte su futuro.

El exedil de San Pedro Sula busca retomar su trono en la alcaldía de San Pedro Sula. Cuenta con el apoyo de la corriente más dominante de Libre, el M-28. La Nueva Corriente y el Pueblo Organizado en Resistencia (POR) completan su fórmula. Tras un conflicto con el Consejo Nacional Electoral (CNE), en las próximas elecciones primarias, la precandidatura de Sunseri aparecerá bajo el nombre y fotografía de su hijo.

Por su parte, David Chávez publicó en sus redes que «meterse con un hijo de Dios es peligroso». El mensaje lo envió desde el avión que lo trasladó de regreso a Honduras. Hacía 15 meses, las autoridades migratorias le habían impedido salir del país. Aquel día, Chávez huyó en un vehículo, derribando una tranca del aeropuerto de Palmerola.

Hoy es el mismo director del Instituto Hondureño de Migración (IHM), Wilson Paz, quien recibe a Chávez. El funcionario de Libre no solo lo invitó a regresar al país, también a la arena política, «que venga aquí a la campaña política, lo esperamos», declaró, después que en 2023 el exdiputado nacionalista burlara sus controles.

Chávez ya visitó la sede nacionalista. Ahí dijo que retornaba con más fuerza y que en su ausencia los ratones salieron de fiesta. Que muchos aprovecharon su ausencia para repartirse el poder y los puestos de trabajo, olvidándose de la base, de los cachurecos. Es decir, el caudillo promete «chambear» a quienes le mostraron lealtad durante todo este tiempo que fue prófugo.  

Los pactos bajo la mesa no toman una pausa. Menos este año. Las cúpulas políticas movieron sus cartas para reincorporar a dos de sus líderes antes de las elecciones. El sistema de justicia tramitó sus órdenes. Con los brazos abiertos, Libre y el Partido Nacional reciben por igual a dos de sus hijos más controversiales.

Ni Chávez ni Sunseri regresan a pasar vacaciones a Honduras. Si las acusaciones que enfrentaron por corrupción eran ciertas, bien podrían vivir de por vida en un resort de Roatán. Pero desde ya trabajan para volver a ser funcionarios, a manejar el erario público. El sistema político y judicial les ha dado luz verde.

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