Las autoridades de Texas han confirmado que al menos 105 personas murieron y decenas continúan desaparecidas tras las catastróficas inundaciones que azotaron el centro del estado el pasado fin de semana. Los equipos de rescate trabajan por aire, tierra y agua, con especial énfasis en las zonas cercanas al río Guadalupe, una de las más afectadas.
Entre las víctimas figuran 27 niñas y consejeras del Camp Mystic, un campamento de verano ubicado a orillas del río. Aún se reporta la desaparición de diez menores y una monitora, mientras las labores de búsqueda continúan sin descanso en la zona.
Jake Stovall, director de Gulf Search and Rescue, encabeza uno de los operativos desplegados en el condado de Kerr. “Siempre hay esperanza”, declaró antes de retomar las tareas de rastreo en el agua. Su equipo, compuesto por nueve voluntarios, permanecerá en el área entre 10 y 15 días, con el compromiso de localizar a todos los desaparecidos.
El Servicio Meteorológico Nacional pronostica una mejoría del clima a partir de hoy, con lluvias aisladas y un menor riesgo de nuevas inundaciones, lo que permitirá avanzar con las tareas de rescate y recuperación.
El alcalde de Kerrville, una de las ciudades más afectadas, aseguró que no recibió alertas sobre la magnitud de las precipitaciones, lo que ha desatado críticas a la eficacia del sistema de alerta temprana y a la falta de preparación frente a fenómenos extremos, cuya frecuencia podría aumentar debido al cambio climático.
Actualmente, rige un nivel de alerta 3 de 4 por riesgo de inundaciones repentinas en zonas vulnerables, incluyendo los condados de Kerr y las cuencas de los ríos Guadalupe y Llano.
Texas enfrenta así uno de los desastres naturales más letales de los últimos años. Las autoridades instan a la población a mantenerse informada a través de los canales oficiales y seguir las recomendaciones de seguridad. El impacto humano y ambiental vuelve a poner en evidencia la urgencia de fortalecer los sistemas de prevención y respuesta ante emergencias climáticas.