El presidente Donald Trump ha dado un paso audaz y controversial en su política migratoria al firmar un memorando que pone las tierras federales en manos de las Fuerzas Armadas para fortalecer la frontera con México.

La medida, anunciada el viernes por la noche, está generando un intenso debate sobre hasta dónde puede llegar el Ejército en tareas que suelen ser civiles.

El memorando, enviado a Doug Burgum (Interior), Kristi Noem (Seguridad Nacional), Pete Hegseth (Defensa) y Brooke Rollins (Agricultura), da luz verde al Departamento de Defensa para tomar el control de terrenos públicos a lo largo de la frontera sur.

El objetivo es claro: fortalecer el muro fronterizo, instalar tecnología de vigilancia y, según la Casa Blanca, frenar lo que describen como una.

“invasión ilegal”

El documento pone el foco en la Reserva Roosevelt, una franja de 18 metros de ancho que corre paralela a la frontera en estados como California, Arizona y Nuevo México. Pero no se queda ahí: le da al secretario de Defensa, Pete Hegseth, carta blanca para decidir qué otras tierras públicas podrían sumarse al plan y qué actividades militares son necesarias.

Las reservas indígenas federales quedan fuera, un punto que el memorando deja explícitamente claro.

La decisión de Trump marca un antes y un después en cómo Estados Unidos aborda su frontera sur. No se trata solo de construir un muro más alto o instalar más cámaras; se trata de redefinir el papel de las Fuerzas Armadas en un terreno que históricamente ha sido responsabilidad de agencias civiles como la Patrulla Fronteriza. Algunos aplauden la medida como un paso firme para controlar la migración, mientras que otros la critican por cruzar una línea peligrosa, tanto legal como éticamente.

El fin de semana pasado, el Comando Norte de Estados Unidos anunció el despliegue “cerca de la frontera sur” del USS Gravely, un destructor de la clase Arleigh Burke que recientemente operó en el mar Rojo en operaciones contra los hutíes en Yemen.

Por su parte, Claudia Sheinbaum, presidenta de México, aseguró el miércoles que el destructor estadounidense operará en aguas internacionales, no en aguas territoriales mexicanas, y que su despliegue fue informado con antelación a México.

Además de su dotación usual, a bordo del USS Gravely se encuentra también personal de la Guardia Costera de EE. UU., especializado en misiones contra la piratería y el terrorismo, así como en control migratorio, informó el Comando Norte.

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