El alcalde electo de Nueva York, Zohran Mamdani, comenzó a definir el rumbo de su futura gestión al presentar a quienes lo acompañarán durante el periodo de transición. El grupo, integrado por figuras con amplia trayectoria en la política y el servicio público, refleja su visión de una administración cercana a la ciudadanía y con principios firmes.
Mamdani explicó que su meta es construir una Alcaldía “capaz, íntegra y comprometida con la gente”. Aseguró que su mandato marcará “una nueva etapa” para la ciudad, una en la que los habitantes “sientan que su voz cuenta”.
Entre los nombres que destacan en el equipo figuran Elana Leopold, quien asumirá la dirección ejecutiva de la transición y trabajó con el exalcalde Bill de Blasio, y Maria Torres-Springer, exvicealcaldesa durante el gobierno de Eric Adams. También se incorporan la expresidenta de la Comisión Federal de Comercio, Lina Khan; la activista comunitaria Grace Bonilla; y la especialista en presupuesto urbano, Melanie Hartzog.
El alcalde electo sostuvo que eligió a personas con experiencia práctica y arraigo local. “Son líderes que conocen sus comunidades y entienden los desafíos cotidianos de la ciudad”, afirmó, destacando la importancia de contar con un equipo “que ya ha estado en la primera línea de acción”.
Durante su intervención, Mamdani respondió también a los comentarios del presidente estadounidense, Donald Trump, quien lo había acusado de “comunista” y amenazado con retirar recursos federales. El futuro alcalde replicó que el mandatario “habla de ayudar a las familias, pero ha reducido los beneficios alimentarios para millones de neoyorquinos”.
A pesar de las diferencias, Mamdani dejó abierta la puerta al diálogo con la Casa Blanca. “Si hay asuntos que beneficien a la población, estoy dispuesto a conversar con quien sea necesario”, aseguró.
El dirigente consideró que su triunfo representa un cambio profundo en la política local. “Lo que realmente preocupa a nuestros adversarios es que vamos a cumplir lo prometido”, dijo, al tiempo que advirtió que Nueva York atraviesa “una doble crisis: la pérdida de confianza en las instituciones y el alto costo de vivir en la ciudad”.

