El departamento de Olancho, comienza el año 2025 con una alarmante ola de violencia. En los primeros tres días del año, dos mujeres han sido asesinadas en diferentes municipios, poniendo en evidencia la creciente inseguridad que afecta a la región y la falta de acciones efectivas para frenar la violencia de género en el país.
El caso más reciente ocurrió este jueves en el barrio El Campo, en el municipio de Dulce Nombre de Culmí, donde una mujer fue atacada a balazos. La víctima, cuya identidad aún no ha sido confirmada, quedó tendida en una vía pública junto a las maletas y mochilas que llevaba consigo, lo que indica que podría haber estado desplazándose al momento del ataque. Este crimen conmocionó a los habitantes del lugar, quienes describieron el hecho como un reflejo de la vulnerabilidad en la que viven muchas mujeres en la región.
El día anterior, en el municipio de Catacamas, una joven de 20 años fue asesinada a manos de su pareja, en un caso que las autoridades han clasificado como femicidio íntimo. Este tipo de crimen, lamentablemente, es uno de los más comunes en Honduras, donde las relaciones de poder y el machismo estructural suelen desembocar en actos de violencia extrema contra las mujeres.
De acuerdo con datos de organizaciones feministas, en 2024 se registraron al menos 270 muertes violentas de mujeres en Honduras, lo que evidencia un panorama desolador para las mujeres en el país. Este inicio de año en Olancho no solo pone de manifiesto la gravedad de la crisis, sino también la urgencia de tomar medidas inmediatas para proteger a las mujeres.
Olancho, uno de los departamentos más extensos y poblados del país, se ha caracterizado por altos índices de violencia, exacerbados por la falta de presencia policial efectiva, recursos limitados y una cultura de impunidad. La región enfrenta, además, dinámicas sociales complejas, como el crimen organizado y conflictos por tierras, que contribuyen a la inseguridad generalizada.
A pesar de los esfuerzos de organizaciones de derechos humanos y grupos feministas, las políticas públicas para combatir la violencia de género en Honduras continúan siendo insuficientes. Según expertos, se necesita no solo fortalecer las investigaciones y sancionar a los responsables de estos crímenes, sino también implementar programas de prevención enfocados en la educación, la sensibilización comunitaria y el acceso a recursos para mujeres en riesgo.
Mientras tanto, el miedo y la incertidumbre dominan en Dulce Nombre de Culmí y Catacamas, dos municipios que ahora se suman a la lista de localidades marcadas por tragedias que parecen repetirse con demasiada frecuencia. Las comunidades exigen justicia y, sobre todo, acciones concretas para garantizar la seguridad de las mujeres y devolverles la tranquilidad a las familias que habitan en esta región de Honduras.