Por Javier Carrington Araus
A medida que crecía, siempre consideré fundamental que para transformar el mundo sumido en una multi crisis económica, ecológica, ética y política era urgente construir engranajes sociales que activaran la verdadera transformación popular.
Ese sueño idílico de querer cambiar Honduras, aunque se sentía lejano a veces, se hizo más urgente tras el golpe de Estado de 2009, cuando una élite criminal y fascista fracturó la democracia hondureña, dejando a millones de personas en resistencia y en lucha. Fue entonces cuando entendimos que la democracia no es un regalo, sino una conquista colectiva que exige compromiso de los pueblos organizados: taxistas, estudiantes, amas de casa, docentes, personas LGBTIQ+, obreros y comunidades campesinas y garífunas. Todos ellos y ellas, desde abajo, sostienen la esperanza.
Hoy, como joven negro, como disidencia sexual y como militante de la esperanza, no puedo sentirme más agradecido con la historia que nos tocó vivir: una Honduras que volvió a respirar gracias al liderazgo de una mujer, la presidenta Xiomara Castro, que con valentía ha iniciado el camino hacia una gobernanza popular, socialista, ética y participativa. La primera transición real a un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Por eso, hoy, en un momento clave del calendario político y electoral, estoy convencido de que Rixi Moncada es la apuesta necesaria y legítima para consolidar este proceso de cambio. No solo porque encarna la valentía y la claridad ideológica que exige esta coyuntura histórica, sino porque es una mujer de principios, formada en la lucha social, acompañada por los movimientos populares, firme ante la oligarquía, y comprometida con la justicia social, los derechos humanos y la redistribución de poder. Rixi representa esa izquierda que no le teme a decir la verdad, a incomodar a los dueños del país, y a gobernar con el pueblo y para el pueblo.
Honduras está lista para escribir otro capítulo histórico con rostro de mujer. Si con Xiomara Castro rompimos la barrera de lo imposible, con Rixi Moncada se abre el camino hacia la consolidación de un modelo político más justo, más participativo y más radicalmente popular.
Seremos testigos, y protagonistas, de la llegada de la segunda mujer presidenta de Honduras, una que no solo continuará la transformación iniciada, sino que la profundizará con firmeza ideológica, coherencia política y un claro compromiso con los sectores históricamente postergados. Porque sí, el futuro será feminista, socialista y popular y llevará el nombre de Rixi Moncada.
