A principios del siglo XX, la época fílmica se convirtió en un espectáculo que llamó la atención de las personas, ya que no estaban acostumbradas a ver imágenes en movimiento. Desde entonces, el cine se transformó en una de las prácticas artísticas más importantes de la humanidad, capaz de atraer a grandes masas.
La historia del cine en Honduras comienza a desarrollarse en 1962, con el pionero Sami Kafati. Este destacado director y productor de la primera película hondureña estudió cine en la Universidad Internazionale degli Studi Sociali, en Roma, Italia.
Desde mediados del siglo XX, las producciones cinematográficas en el país se realizaban de forma privada e independiente. La primera generación de cineastas se completa con Fosi Bendeck, quien dirigió el largometraje El Reyecito. Cabe mencionar que la primera película filmada en territorio hondureño fue Honduras (1937), dirigida por José Bohr, con el camarógrafo Raúl Martínez Solares.
Sin embargo, el pionero en producir un largometraje hondureño fue Sami Kafati, con No hay tierra sin dueño. Desde entonces comenzó un largo camino para el cine nacional.
Aunque el denominado séptimo arte ha estado presente en Honduras desde hace décadas, el país no ha destacado notablemente en esta industria. La limitada disponibilidad de recursos para los artistas obstaculizó el desarrollo del cine, y muchas ideas se perdieron por falta de apoyo.
Esto nos lleva al presente, donde un nuevo actor está transformando la historia del cine nacional:
IHCINE

El Instituto Hondureño de Cinematografía (IHCINE) fue creado como Dirección General de Cinematografía (DGC) mediante el Decreto Legislativo No. 3-2019. Es un órgano desconcentrado de la Presidencia de la República. Su objetivo principal es proteger la actividad cinematográfica y audiovisual como expresión cultural y generadora de identidad nacional.
Como parte de sus funciones, el IHCINE es el ente encargado de extender la Certificación de Obra Cinematográfica Nacional, administrar el Registro Nacional de Cinematografía, diseñar e implementar programas de formación para realizadores audiovisuales, y convocar a fondos para la producción en sus distintas etapas. Además, otorga becas de estímulo para formación y creación, tanto dentro como fuera del país.
El instituto también desarrolla políticas públicas que apoyan el crecimiento cultural, artístico, industrial y comercial del cine nacional, y promueve condiciones que garanticen la participación inclusiva de todos los sectores, para así fomentar un desarrollo sostenido, democrático y dinámico de la industria cinematográfica.
Según el director del IHCINE, Manuel Villa, el principal objetivo de la institución es fortalecer la producción cinematográfica hondureña. Esto implica generar espacios de formación, facilitar concursos para acceder a fondos públicos y promover intercambios con profesionales extranjeros, con el fin de elevar la calidad de las producciones.

La visión que traemos es siempre pensando en una industria por construir, un cine que pueda ser global y taquillero. Descentralizamos el instituto: no solo estamos en Tegucigalpa, sino también en cinco regiones del país. Tuvimos un impulso importante con un proyecto de cinematografía para pueblos originarios; recorrimos todo el país haciendo pequeñas películas con personas que ya tenían experiencia en audiovisuales, pero no en un set de grabación”
afirmó Villa
Agregó también:
Estos son recursos públicos y requieren que se usen con responsabilidad, que se liquiden correctamente y que se entreguen los productos. Los cineastas, hasta el momento, han respondido muy bien a la normativa para acceder a estos fondos”.
Un cambio significativo y un panorama esperanzador
El cineasta francés y director de la Cinemateca de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, René Pauck, considera que instituciones como el IHCINE traen esperanza al país.
En Latinoamérica, muchos países apoyan sus industrias cinematográficas, como México, Argentina, Chile, Brasil y Uruguay. Pauck considera que el IHCINE es el elemento que faltaba para que Honduras pueda unirse a ese grupo y destacar en Centroamérica como uno de los pocos países que apuestan por su cine nacional.

Yo podría decir que sí, es el elemento que faltaba para desarrollar el cine y se vuelve indispensable para que sigamos creciendo. Esperemos que esto continúe por mucho tiempo”
expresó Pauck.
Todos pueden hacer cine

Según Milton Reyes, coordinador de proyectos del IHCINE, tanto cineastas como ciudadanos en general pueden acceder a las oportunidades del instituto a través de tres modalidades principales:
Programa de Formación: Dirigido a ciudadanos que deseen presentar proyectos educativos. Este componente busca equilibrar las oportunidades de formación entre cineastas emergentes y con experiencia.
Componente de Memoria Histórica: Orientado a la preservación de la memoria fílmica del país y al fomento del debate sobre la identidad nacional mediante la cinematografía. Incluye actividades como charlas magistrales.
Libre Emisión del Pensamiento para la Inclusión Social: Enfocado en la desconcentración de recursos. A través de este programa se ha capacitado a comunidades indígenas para que sus miembros puedan contar sus propias historias en formato audiovisual.
Honduras es un país lleno de artistas. Gracias a estos mecanismos y apoyos, ahora cuentan con más herramientas para plasmar su visión en un territorio repleto de historias que, algún día, podrían llevarnos a lo más alto del cine internacional.