El nombre de Juan Ramón Matta Ballesteros, uno de los hondureños más conocidos por su papel en el auge del narcotráfico de los años ochenta, volvió a resonar en los tribunales de Estados Unidos después de que la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito de California revocara la orden de liberación que se le había concedido el pasado 28 de mayo. Con esta resolución, el ciudadano de 80 años deberá continuar recluido en una prisión estadounidense, pese a haber cumplido 37 años de una condena de cadena perpetua.
El fallo anterior había dispuesto su excarcelación bajo el argumento de que ya había cumplido una porción significativa de su condena, sin embargo, la instancia superior determinó que la medida no era procedente. La Corte concluyó que Matta Ballesteros debe seguir cumpliendo su sentencia por delitos de narcotráfico y conspiración, cometidos durante la década de 1980, cuando fue extraditado desde Honduras a Estados Unidos.
A pesar de su avanzada edad y de los informes que señalan un deterioro en su estado de salud, las autoridades judiciales estadounidenses consideraron que no existían razones legales suficientes para otorgarle la libertad. Con esta decisión, se mantiene en firme la condena impuesta hace más de tres décadas.
Matta Ballesteros fue una figura central en las redes internacionales del narcotráfico que operaban en América Latina durante los años setenta y ochenta. Su papel como intermediario entre los carteles colombianos en particular el de Medellín y las organizaciones mexicanas emergentes lo convirtió en uno de los principales facilitadores del tráfico de cocaína hacia Estados Unidos.
Nacido en Tegucigalpa, Matta alcanzó notoriedad internacional no solo por sus operaciones en el negocio de las drogas, sino también por su presunta vinculación con el asesinato del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena, ocurrido en 1985, aunque siempre negó haber tenido participación directa en ese crimen.
Durante los años de mayor auge del narcotráfico en la región, su nombre se asoció con poder, violencia y corrupción, llegando a ser considerado uno de los hombres más influyentes del bajo mundo en Centroamérica. La magnitud de sus operaciones provocó que fuera capturado en 1988 y trasladado de manera inmediata a territorio estadounidense, en un proceso de extradición que generó fuertes tensiones diplomáticas entre ambos países.
Hoy, más de tres décadas después de su condena, el caso de Matta Ballesteros sigue siendo un símbolo de la historia del narcotráfico en la región y un recordatorio de cómo las redes criminales de aquella época moldearon la política y la justicia internacional. La reciente decisión judicial confirma que, incluso a los 80 años, el exnarcotraficante hondureño deberá seguir cumpliendo su sentencia tras las rejas.

