Las conmemoraciones cristianas durante los días “grandes” de la Semana Mayor —Jueves y Viernes Santo— marcan la temporada con una serie de actividades litúrgicas que congregan a miles de devotos católicos hondureños.

Muchos optan por dejar de lado las playas para participar en actos de profunda espiritualidad y recogimiento.
Esta época del año invita a la reflexión y a recordar el gesto de amor de Dios por la humanidad: la entrega de su Hijo único para la redención del mundo, conmemoración que se vive a través de los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
En los últimos años, estas tradiciones se han visto amenazadas por una creciente ola de consumismo, sin embargo, muchas comunidades aún mantienen viva la esencia religiosa de la Semana Santa.
Procesiones y actos centrales

El Viernes Santo, a las nueve de la mañana, inicia el tradicional Santo Viacrucis, y por la noche se realiza el solemne Santo Entierro, una procesión encabezada por las autoridades eclesiásticas que recorre las principales calles del centro histórico de distintas ciudades del país, especialmente en Comayagua y Tegucigalpa.

El Sábado de Gloria, a partir de las ocho de la noche, se celebra la Vigilia Pascual, una de las ceremonias más importantes del calendario litúrgico católico.
El Domingo de Resurrección, la congregación celebra las tradicionales «carreritas de San Juan», que proclaman la buena nueva: Jesús ha resucitado. La jornada inicia a las siete de la mañana con la misa de Resurrección.
Tradición y diversidad regional

Cada región de Honduras conserva tradiciones únicas que enriquecen la Semana Santa. En varias comunidades se realizan representaciones en vivo de la Pasión de Cristo, protagonizadas por actores aficionados que recrean los momentos más conmovedores de la crucifixión y muerte de Jesús. Estas dramatizaciones atraen tanto a fieles como a turistas.
En el occidente, municipios como Nueva Celilac, Ilama, Gualala y Chinda (Santa Bárbara), combinan las celebraciones cristianas con rituales ancestrales de origen lenca, integrando elementos indígenas y autóctonos.
Los guancascos, encuentros entre comunidades que veneran a santos patronos, son característicos de lugares como Taulabé y Jaitique, en el centro del país. Uno de los más emblemáticos se celebra el Viernes de Dolores.
En la costa norte, los poblados garífunas del Atlántico hondureño celebran el baile de las Tiras el Sábado de Gloria, mientras que las “carreritas de San Juan” conectan en un mismo espíritu festivo a Yuscarán y Tegucigalpa, reviviendo un rito ancestral cargado de fervor y color.
