La incertidumbre generada por la paralización del escrutinio de las elecciones generales del 30 de noviembre continúa agravando el clima político en Honduras, donde diversos sectores advierten que el sistema electoral enfrenta una crisis que exige reformas urgentes. Las fallas técnicas que detuvieron el conteo desde el viernes pasado han profundizado la desconfianza ciudadana y encendido nuevas tensiones entre los principales actores políticos.
La presidenta del Consejo Nacional Electoral, Ana Paola Hall, atribuyó la interrupción a problemas ajenos al pleno del organismo, pero la explicación no ha sido suficiente para calmar los cuestionamientos. Analistas consultados sostienen que esta situación vuelve a evidenciar la vulnerabilidad institucional del país. Rodolfo Dumas advirtió que la suspensión del escrutinio incrementa la incertidumbre en un proceso donde los márgenes entre los candidatos son sumamente estrechos, aunque confió en que la situación pueda regularizarse en los próximos días.
El Partido Libertad y Refundación (Libre) presentó una acción de nulidad administrativa contra el escrutinio presidencial, alegando irregularidades en el sistema de transmisión de resultados preliminares. La candidata presidencial Rixi Moncada, quien se mantiene en un tercer lugar preliminar, fue más allá al denunciar que las elecciones se celebraron “bajo injerencia y coacción del presidente Trump y de la oligarquía aliada”, afirmando que existe un “golpe electoral en curso”. El partido también desautorizó a cualquier funcionario público que intente colaborar en una eventual transición con quienes califican como “enemigos del pueblo”.
El malestar no se limita a Libre. Roberto Contreras, presidente del Consejo Central Ejecutivo del Partido Liberal, calificó como “inaceptable” la incertidumbre que hoy enfrenta la población hondureña, remarcando que el país no puede mantenerse en un estado de indefinición mientras el escrutinio continúa sin avances.
Por su parte, el analista Miguel Cálix señaló que los partidos políticos han dejado crecer durante años un sistema electoral débil, facilitando que cualquier falla técnica derive en desconfianza masiva. Sostuvo que más allá de discutir sobre la segunda vuelta, es indispensable modernizar los organismos electorales y fortalecer la infraestructura que soporta la transmisión de resultados, la cual sigue dependiendo de mecanismos frágiles pese a advertencias recurrentes.
Los datos preliminares del CNE mantienen una competencia ajustada entre Nasry “Tito” Asfura, del Partido Nacional, y Salvador Nasralla, del Partido Liberal. Un escrutinio independiente del Consejo Nacional Anticorrupción confirma una ligera ventaja para Asfura. En un país sin segunda vuelta, donde el ganador se define por mayoría simple, el ambiente de tensión y desconfianza subraya la urgente necesidad de reformas que devuelvan estabilidad y credibilidad al sistema democrático hondureño.

