La reciente muerte del papa Francisco ha llevado a muchos a interesarse más por su historia; sin embargo, un director de cine ya se había atrevido a retratar uno de los momentos más importantes de la Iglesia católica que involucró al pontífice. ¿Ficción o realidad?
La vida del papa Francisco fue retratada en el largometraje biográfico Los dos papas (The Two Popes, 2019), protagonizado por Anthony Hopkins, en el papel del papa Benedicto XVI, y Jonathan Pryce, quien interpretó al cardenal Jorge Mario Bergoglio antes de convertirse en el papa Francisco.
El relato íntimo de una de las transiciones de poder más dramáticas de los últimos siglos llega de la mano de Fernando Meirelles, director nominado al Óscar por Ciudad de Dios.
El guion es de Anthony McCarten (La teoría del todo, El instante más oscuro), quien adapta su propio ensayo biográfico sobre los paralelismos y diferencias entre Benedicto XVI y Francisco. Un libro bastante crítico, especialmente en relación con Benedicto. McCarten explica con claridad su postura en el prólogo: educado en una familia numerosa y católica de raíces irlandesas, no disimula su frustración hacia una Iglesia que sigue defendiendo una rígida moral sexual.

Fernando Meirelles, cineasta brasileño, también nació en el seno de una familia católica y en ese momento se sentía alejado de la fe. Sin embargo, reconoció que, desde el inicio del pontificado, le impactó la figura de Francisco, y confesó que leer la encíclica Laudato si’ fue para él un descubrimiento.
La película nos cuenta la relación de dos papas, quienes representan las dos caras de la Iglesia: la conservadora, hermética y alejada, y la progresista, abierta y cercana. Hasta aquí, el filme sigue la narrativa predominante en los medios de comunicación al milímetro.
Un retrato de Benedicto bastante injusto
Poco a poco, la película evoluciona hacia una historia humana, emotiva y valiosa para el espectador. Es como si, después de plantear la premisa ideológica, la realidad de los personajes y de los hechos fuera cobrando fuerza, conquistando espacio y terminara por hacer saltar las costuras de la confrontación.
En este sentido, Meirelles señala dos temas interesantes: por una parte, reconoce que, al investigar sobre la vida de Benedicto, empezó a entenderlo mucho mejor; por otra, el cineasta brasileño confesó que su película habla de tolerancia:
Estamos en una sociedad absolutamente polarizada y yo quería hablar de dos hombres que, pese a sus diferencias, se quieren, se respetan, dialogan, tienden puentes. Mi película habla de eso y del perdón. Hay personas cerradas al perdón, que no quieren entender que puede haber fallos en las biografías de los hombres, que no quieren entender el contexto en el que las cosas ocurren”
declaró Meirelles en su momento.
La película habla también, y mucho, sobre la Providencia de Dios y, en ese sentido, es muy llamativo cómo el guion vuelve una y otra vez a llevar a los dos protagonistas ante la voluntad divina, no ante una simple disyuntiva de poder o influencia.