Cuando era un adolescente, Joel Hernández vio por primera vez el arte del tatuaje. Fascinado por los dibujos, las texturas y las sombras, se obsesionó con esta manifestación artística. Sin embargo, nació en una época en la que el tatuaje, más que arte, era visto como un símbolo que identificaba a los miembros de grupo criminales. Por temor y prudencia Joel renunció a su sueño de aprender el arte del tatuaje.
En aquel momento, el conocimiento sobre esta práctica artística era limitado y los prejuicios en torno a ella se reflejaban en los comentarios de la sociedad. Sin embargo, el tiempo ha transcurrido en Honduras y hoy en día, el panorama es diferente gracias al desarrollo de las redes sociales y al mayor entendimiento cultural alcanzado por la sociedad hondureña.
Gracias a estos cambios, Joel ingresó a escuelas de arte y, de maestro en maestro, aprendió la técnica correcta del tatuaje. Ahora, ya adulto, vive de este arte. Pero, ¿realmente ha desaparecido la estigmatización en la sociedad hondureña?
¿Qué es un tatuaje?

Desde un punto de vista conceptual, un tatuaje es una forma de modificación corporal que consiste en alterar de manera temporal o permanente el color de la piel, plasmando sobre ella un dibujo, patrón, figura o texto. Este procedimiento se realiza con agujas u otros utensilios destinados a inyectar tinta en la dermis de una persona.
Según una investigación de la Escuela Europea DESARTS, los tatuajes han formado parte de la cultura desde tiempos antiguos. La evidencia más antigua de una modificación tatuada data del año 3255 a.C. y pertenece a la momia conocida como el Hombre de Amunet. Otro testimonio relevante es el de la momia de Ötzi, un hombre que falleció hacia el 3255 a.C. en los Alpes y que fue descubierto por dos alpinistas alemanes en 1991. La mayoría de sus tatuajes eran líneas negras horizontales, que se creía que tenían poderes curativos.
A principios del siglo XX, surgieron los primeros indicios de lo que luego se convertiría en una moda consolidada: los marineros estadounidenses comenzaron a tatuarse embarcaciones, anclas, gaviotas, faros y otros diseños relacionados con la vida en alta mar. Con el paso de los años, distintos movimientos sociales hicieron que los tatuajes aparecieran y desaparecieran cíclicamente. En la actualidad, la práctica de tatuarse ha resurgido con fuerza.
El relevo generacional ha transformado la connotación negativa de los tatuajes en un recuerdo del pasado. Hoy en día, tatuarse la piel es una forma de autoexpresión y de identidad personal. Además, el auge del mundo del tatuaje ha propiciado la aparición de diversas técnicas y estilos.
Contexto del tatuaje en Honduras
Ethel Maldonado, catedrática universitaria que ha analizado el comportamiento de los hondureños en cuanto al uso y percepción de los tatuajes, considera que la estigmatización de esta forma de arte aún persiste en el país. Sin embargo, esta varía según los grupos etarios. Por ejemplo, entre personas de 15 a 40 años, los tatuajes son ampliamente aceptados e incluso comunes. No obstante, en personas mayores de 40 años, continúa siendo un tema controversial, llegando a ser catalogado como «satánico» o asociado a la delincuencia.
Los más jóvenes lo ven como una práctica normal, una forma de inspiración, pero las generaciones mayores, como los padres o abuelos, todavía consideran que es algo pecaminoso y mal visto, pues creen que es dañar el cuerpo. Sin embargo, desde un punto de vista psicológico, para los jóvenes los tatuajes representan sus emociones, sus sentimientos y su identidad»
explica Maldonado.
Según la catedrática, hubo un tiempo en Honduras en el que una persona tatuada tenía dificultades para encontrar empleo. Aunque la estigmatización ha disminuido considerablemente, aún persisten ciertos niveles de desconfianza hacia quienes llevan tatuajes, además de las connotaciones religiosas presentes en la sociedad hondureña, que considera esta práctica un pecado.
¿La estigmatización es un fenómeno nacional o internacional?
Juan Carlos Pulido, joven tatuador de origen nicaragüense, emigró a Honduras en busca de un nuevo mercado para su arte. Sin embargo, se encontró con un panorama distinto al de su país y considera que en Honduras hay un mayor nivel de estigmatización que en Nicaragua.

Según Pulido, al llegar a Honduras tuvo que cubrirse los tatuajes con chaquetas o camisas de manga larga debido a la manera en que era observado en las calles. Incluso, en tiendas y establecimientos comerciales, los guardias de seguridad lo seguían.
Me aventuré a venir a conocer y probar cómo era la vida aquí. Llevo bastantes años en esto y he vivido en diferentes países, pero en Honduras sentí más temor porque los tatuajes estaban fuertemente ligados a la delincuencia. En Nicaragua, ciertos tipos de tatuajes sí podían asociarse a pandillas, pero la situación no era tan marcada como aquí. Por un año, siempre que estaba en lugares públicos, cubría mis tatuajes»
relata Pulido.
El tatuaje en la Honduras actual
Joel Hernández, ahora tatuador profesional, trabaja en uno de los estudios de tatuajes más importantes de Honduras: Gerardo Tattoo. Según él, con el paso de los años cada vez más personas buscan tatuarse, especialmente en Tegucigalpa. Además, la mayoría de sus clientes son mujeres de entre 20 y 40 años.

«Las mujeres se tatúan más que los hombres y soportan mejor el dolor. A menudo, los hombres quieren hacerse un tatuaje en dos sesiones, mientras que ellas lo completan de una sola vez»
comenta Joel
Joel se siente orgulloso de su carrera. Ha ganado premios nacionales e internacionales y considera que el negocio del tatuaje sigue en ascenso. Cada mes se abren nuevos estudios y cada vez más personas ven con normalidad el estar tatuado. Además, esto ya no es un obstáculo para conseguir empleo. La estigmatización está quedando atrás.
Algunos de los mejores trabajos de Joel Hernández:

