Las relaciones entre Estados Unidos y Brasil vivieron esta semana un nuevo episodio de tensión, luego de que el presidente Donald Trump anunciara la imposición de un arancel del 50 % a todos los productos brasileños que ingresen al país norteamericano a partir del 1 de agosto. La decisión, revelada en una carta enviada al presidente Luiz Inácio Lula da Silva, busca presionar al gobierno brasileño por el proceso judicial que enfrenta el exmandatario Jair Bolsonaro, acusado de estar implicado en un intento de golpe de Estado tras las elecciones de 2022.
“Lo que Brasil está haciendo con Bolsonaro, un líder altamente respetado, es una vergüenza internacional”, escribió Trump, acusando al sistema judicial brasileño de llevar a cabo una “cacería de brujas”. La misiva también justificó los aranceles como un intento de “igualar condiciones” y “rectificar las injusticias” del actual gobierno brasileño.
La medida fue interpretada por analistas como una maniobra política con doble objetivo: fortalecer su imagen entre sus bases conservadoras y mostrar lealtad a Bolsonaro, cuyo juicio en el Supremo Tribunal Federal de Brasil podría derivar en una condena penal.
La respuesta del presidente Lula no se hizo esperar. “Es muy irresponsable que un presidente amenace a otros países por redes sociales”, afirmó ante periodistas en Brasilia. “Tiene que entender que el mundo ha cambiado. No queremos un emperador”.
El tono del intercambio ha elevado la preocupación entre sectores diplomáticos y económicos, que advierten sobre el impacto que estos aranceles podrían tener en la economía brasileña, especialmente en sectores como el agroindustrial y el metalúrgico.
Mientras tanto, en Brasil, el juicio contra Bolsonaro sigue su curso, con expectativas de una resolución antes de fin de año. De confirmarse una condena, el exmandatario podría enfrentar penas de prisión.