El jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, de 88 años, arzobispo de Buenos Aires, fue una figura destacada del continente, un pastor sencillo y profundamente querido en su diócesis. Recorrió el mundo en su misión pastoral, incluso utilizando medios de transporte público durante sus quince años de ministerio episcopal.
Su biografía oficial es breve, al menos hasta su nombramiento como arzobispo de Buenos Aires. Se convirtió en una voz de referencia por sus firmes posturas durante la dramática crisis económica que devastó Argentina en 2001.

Nació el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, hijo de inmigrantes piamonteses. Su padre, Mario, era contador y empleado del ferrocarril; su madre, Regina Sívori, se dedicaba al hogar y a la crianza de sus cinco hijos.
Bergoglio se graduó como técnico químico antes de elegir el camino del sacerdocio. Ingresó al seminario diocesano de Villa Devoto y, el 11 de marzo de 1958, pasó al noviciado de la Compañía de Jesús. Completó estudios de humanidades en Chile y, en 1963, al regresar a Argentina, obtuvo la licenciatura en Filosofía en el Colegio San José de San Miguel. Fue profesor de literatura y psicología entre 1964 y 1966 en colegios de Santa Fe y Buenos Aires. De 1967 a 1970 estudió Teología en el mismo colegio, donde también obtuvo la licenciatura.
Recibió la ordenación sacerdotal el 13 de diciembre de 1969, de manos del arzobispo Ramón José Castellano. Continuó su formación en Alcalá de Henares (España) entre 1970 y 1971, y emitió su profesión perpetua el 22 de abril de 1973. De regreso a Argentina, fue maestro de novicios, profesor de teología, consultor provincial de la Compañía de Jesús y rector del colegio donde estudió.
Fue ampliamente reconocido en el ámbito eclesiástico argentino. En el consistorio del 21 de febrero de 2001, el papa Juan Pablo II lo nombró cardenal, asignándole el título de San Roberto Belarmino. En esa ocasión pidió a sus fieles no viajar a Roma para celebrar su designación y, en cambio, destinar ese dinero a los pobres.
En octubre de 2001 fue nombrado relator general adjunto de la décima asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, dedicada al ministerio episcopal, en sustitución del cardenal Edward Michael Egan, quien tuvo que atender la emergencia tras los atentados del 11 de septiembre en EE.UU.
En América Latina su figura fue ganando reconocimiento, aunque mantuvo siempre un estilo de vida austero. En 2002 declinó la presidencia de la Conferencia Episcopal Argentina, pero fue elegido en 2005 y reelegido por otro trienio en 2008. Participó en el cónclave de abril de 2005 en el que fue elegido Benedicto XVI.
En 2009 impulsó en Argentina la campaña “200 obras de caridad”, con motivo del bicentenario de la independencia, a desarrollarse hasta 2016.
Antes del cónclave de 2013, formaba parte de varias congregaciones: para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, para el Clero, para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, del Consejo Pontificio para la Familia y de la Comisión para América Latina.
El 13 de marzo de 2013 fue elegido papa tras la renuncia de Benedicto XVI. Escogió el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís. Fue el primer pontífice jesuita, el primero proveniente del hemisferio sur, el primero de América y el primer no europeo desde el papa Gregorio III (sirio), fallecido en el año 741.

Francisco fue conocido por su humildad, su opción preferencial por los pobres —que abarca a marginados y personas en situación de sufrimiento—, y por su compromiso con el diálogo interreligioso. Entre sus gestos de sencillez se destacó su decisión de residir en la Casa Santa Marta, en lugar del tradicional Palacio Apostólico del Vaticano, y de prepararse su propia cena.
Durante su pontificado impulsó reformas significativas en la curia romana, incluyendo aspectos económicos y financieros, el funcionamiento de los tribunales eclesiásticos, el derecho canónico, la comunicación, la sanidad, el papel del laicado y la familia.
Buscó soluciones para temas complejos como la transparencia financiera en el Vaticano, la coherencia entre la misión evangelizadora y las actividades económicas, la simplificación de la burocracia, la nulidad matrimonial, y el combate contra la pedofilia y los abusos, promoviendo la protección de menores y migrantes.

Mi gente es pobre y yo soy uno de ellos”
Afirmó en diversas ocasiones para explicar su elección de una vida sencilla. A sus sacerdotes les recomendó practicar la misericordia, tener valentía apostólica y mantener las puertas abiertas para todos. En sus discursos sobre justicia social invitó a redescubrir el catecismo, los diez mandamientos y las bienaventuranzas. Su mensaje fue claro: si se sigue a Cristo, se entiende que “pisotear la dignidad de una persona es un pecado grave”.