Estados Unidos enfrenta el mayor repunte de sarampión desde 1992, con 1,281 casos confirmados hasta el 7 de julio, según datos del U.S. Measles Tracker, un sistema de vigilancia del virus gestionado por el Centro Internacional de Acceso a las Vacunas (IVAC) de la Universidad Johns Hopkins. Texas representa más del 60 % de los contagios, lo que lo convierte en el epicentro del brote nacional.
La reaparición del sarampión, una enfermedad altamente contagiosa que se creía erradicada en el país desde el año 2000, ocurre en un contexto de descenso sostenido en las tasas de vacunación y de desconfianza creciente hacia las autoridades de salud pública. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), hasta el 1 de julio se habían detectado 1,267 casos distribuidos en 38 estados y jurisdicciones, entre ellos Nueva York, California, Florida, Ohio y Virginia.
El actual brote ya supera al registrado en 2019, cuando se reportaron 1,274 infecciones, aunque en esa ocasión no se contabilizaron víctimas mortales. En contraste, el brote de este año ya ha cobrado la vida de tres personas no vacunadas, incluidos dos niños pequeños, marcando la primera muerte infantil por sarampión en EE. UU. Desde 2003.
“El brote que estamos presenciando subraya la importancia crítica de mantener altos niveles de cobertura vacunal”, advirtió William Moss, director ejecutivo del IVAC. Moss alertó que, de continuar la tendencia ascendente, el país podría perder su estatus de eliminación del sarampión.
La enfermedad se transmite por vía aérea, a través de las gotículas que expulsa una persona infectada al toser, estornudar o hablar. Su capacidad de contagio es tan alta que basta con estar en la misma habitación que un portador del virus para exponerse al riesgo de infección.
El impacto de la desinformación también ha sido señalado como un factor agravante del brote. El secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., ha sido duramente criticado por expertos tras hacer declaraciones infundadas sobre la vacuna triple viral (MMR), la cual ha calificado erróneamente como peligrosa, lo que ha contribuido a sembrar dudas sobre su seguridad.
Las autoridades sanitarias han intensificado los llamados a la vacunación como única herramienta efectiva para contener la propagación del virus y evitar nuevas muertes, en especial entre los menores no inmunizados.