Reseña

En la actualidad, el cine está experimentando un declive en la calidad de las grandes producciones de Hollywood, una situación que cada vez resulta más evidente para el espectador. Esto ha provocado que muchas películas que en su momento pasaron desapercibidas sean redescubiertas, incluyendo joyas del cine latinoamericano como Amores Perros, una obra que catapultó la carrera del director Alejandro González Iñárritu.

Este filme nos presenta tres historias que convergen en un accidente de tránsito, un suceso que cambiará para siempre la vida de sus protagonistas.

¿Amores Perros?

Las historias que Iñárritu nos narra en la película tienen una estructura no lineal. Las decisiones de un joven que utiliza al perro de su hermano para ganar dinero en peleas clandestinas tienen repercusiones en la vida de una modelo en ascenso y en la de un vagabundo convertido en sicario.

El fatídico accidente une los destinos de Octavio (Gael García Bernal), un joven enamorado de su cuñada Susana (Vanessa Bauche), quien es pareja de Ramiro (Marco Pérez); Valeria (Goya Toledo), una modelo y conductora de televisión española que mantiene un romance con Daniel (Álvaro Guerrero), jefe de una importante revista que abandona a su esposa e hijos para irse a vivir con ella; y el Chivo (Emilio Echeverría), un exprofesor universitario y ex guerrillero que, tras pasar años en prisión, ahora vive como indigente y es contratado ocasionalmente como sicario.

Estas tres historias se presentan en forma de actos alternados, con eventos detonados por la dicotomía que da título a la película.

El amor en sus múltiples facetas

Octavio experimenta un amor juvenil desbordado, sin límites ni restricciones, el tipo de amor intenso que se recuerda para siempre, pero que lo arrastra a una espiral de violencia, traición y amargura.

Valeria vive una relación basada en el deseo y la atracción física, pero el accidente y sus secuelas la privan de su estilo de vida y, sobre todo, de su libertad, sumiéndola en la depresión y la soledad. Como resultado, su romance se desmorona, dejando un futuro marcado por la tristeza.

El Chivo, por su parte, se aferra al único amor que le queda: el de su hija, a quien no ha visto en muchos años. Aunque anhela reencontrarse con ella, la culpa y el miedo al rechazo por su pasado lo paralizan.

Así, los tres personajes comparten un amor condenado al fracaso y marcado por la prohibición, ya sea por barreras éticas o morales. En este contexto, los animales en la película funcionan como un catalizador o una metáfora de estas relaciones destructivas.

Iñárritu junto a los protagonistas de su historia

El inicio de la «Trilogía de la Muerte»

Amores Perros marcó el inicio de la exitosa colaboración entre Alejandro Iñárritu y el guionista Guillermo Arriaga, con quien desarrollaría la denominada «Trilogía de la Muerte». Esta saga comenzó con Amores Perros, continuó con 21 Gramos y concluyó con Babel, que no solo cerró la trilogía, sino que también puso fin a la relación creativa entre Iñárritu y Arriaga.

Hoy en día, Amores Perros es considerada una de las mejores películas en español de la historia. Además, consolidó la carrera de Gael García Bernal, quien se convirtió en una estrella de Hollywood.

Una película altamente sensorial y una obra de arte cinematográfica que todo cinéfilo debe experimentar.

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