Las elecciones primarias hondureñas del domingo 9 de marzo quedaron marcadas por graves irregularidades logísticas que impidieron la instalación de urnas en las dos principales concentraciones urbanas del país, generando serias dudas sobre la transparencia del proceso.
Lo que inicialmente se presentó como simples retrasos en la distribución del material electoral evolucionó rápidamente hacia una crisis institucional sin precedentes, afectando precisamente a los dos núcleos urbanos con mayor densidad de votantes: Tegucigalpa (Distrito Central) y San Pedro Sula.
La gravedad de la situación obligó al Consejo Nacional Electoral (CNE) a implementar una medida sin precedentes: extender el horario de votación hasta las 9:00 de la noche. Esta decisión se tomó luego de confirmarse que, a las 5:00 p.m., numerosos centros de votación seguían sin recibir las urnas necesarias para el proceso electoral.

Sin embargo, en lugar de tranquilizar a la población, la extensión del horario intensificó las sospechas de manipulación, especialmente considerando el contraste entre el elevado presupuesto asignado (2,000 millones de lempiras) y los deficientes resultados organizativos.
El fracaso logístico en las dos ciudades más importantes del país, donde los análisis preelectorales ya habían identificado la mayor concentración de votantes, plantea serias interrogantes. La ciudadanía hondureña se debate entre aceptar la versión de un simple error operativo o considerar la posibilidad de un boicot deliberado al proceso democrático.
Mientras tanto, candidatos como Nasry Asfura, Rixi Moncada y Salvador Nasralla mantienen su ventaja en los primeros conteos parciales, en un proceso electoral que quedará marcado por la desconfianza y las dudas sobre su legitimidad, independientemente de quiénes resulten vencedores.
No ha pasado desapercibido que las áreas más afectadas por la falta de urnas corresponden exactamente a las regiones con mayor peso electoral. Cortés y Francisco Morazán, los departamentos donde se ubican San Pedro Sula y Tegucigalpa, respectivamente, concentran más de 2.2 millones de votantes habilitados: 1,109,201 en Cortés y 1,100,048 en Francisco Morazán.
Más revelador aún resulta el análisis por ciudades: el Distrito Central encabeza la concentración electoral con 826,499 ciudadanos inscritos, mientras que San Pedro Sula le sigue con 518,266 electores. Juntas representan aproximadamente un cuarto del total del padrón electoral nacional.