El 1 de mayo, conocido mundialmente como el Día del Trabajador, es una fecha que conmemora la lucha histórica de los trabajadores por sus derechos laborales.
Este día tiene sus raíces en el movimiento obrero del siglo XIX, marcado por duras condiciones de trabajo, jornadas extenuantes y falta de protección social. La fecha tiene su origen en los trágicos acontecimientos ocurridos el 1 de mayo de 1886, en la ciudad de Chicago, Estados Unidos.
En aquel entonces, miles de trabajadores —en su mayoría inmigrantes— se movilizaron para exigir una jornada laboral de ocho horas.
Las manifestaciones fueron parte de una campaña que había comenzado años antes, impulsada por el descontento frente a las largas jornadas laborales, que a menudo superaban las 12 a 18 horas diarias.
La lucha culminó en una huelga general el 1 de mayo de 1886, donde se llevaron a cabo 307 manifestaciones, a las que se unieron alrededor de 88,000 trabajadores en Chicago.
En 1889, durante una reunión en París, representantes de partidos socialistas y sindicatos de diversos países se unieron para reconocer la importancia de la lucha por condiciones laborales más justas.
Fue en ese contexto que se decidió declarar el 1 de mayo como el “Día Internacional de los Trabajadores”, una jornada para honrar la valentía y el sacrificio de quienes lucharon por mejores condiciones laborales.
Día del Trabajador en Honduras

El 1 y 2 de mayo de 1954 marcaron un hito significativo en la historia laboral de Honduras, cuando los trabajadores bananeros protagonizaron una huelga masiva para reclamar sus derechos fundamentales como seres humanos y trabajadores.
Este evento histórico no solo sacudió los cimientos del poder empresarial en la industria bananera, sino que también dejó una huella imborrable en la lucha por la justicia laboral en el país.
Fue como una “revolución laboral” que desestabilizó el poder y las “libertades” que tenían las bananeras, empresas que, en su mayoría, operaban con la capacidad de contratar y pagar a sus empleados como quisieran.
Este hecho dejó una marca indeleble en la antes mal llamada «República Bananera», levantándose como un símbolo del honor y la valentía del esfuerzo de la clase trabajadora hondureña.
La huelga general fue posible gracias a múltiples factores: los remanentes bélicos de la Segunda Guerra Mundial, el contexto de la Guerra Fría, las libertades recobradas por el sindicalismo y los grupos comunistas reprimidos durante la dictadura de Carías, la apertura hacia la modernización del Estado impulsada por el gobierno de Gálvez, y la formación política de algunos dirigentes del Comité General de Huelga, como Julio César Rivera, Óscar Gale Varela, Juan Canales y Céleo Gonzales.
Ante la negativa empresarial, los trabajadores se rehusaron a continuar con sus labores y decidieron demandar a la compañía, aunque la demanda no prosperó en los tribunales. Como represalia, la subsidiaria de la Tela Railroad Company en Puerto Cortés despidió al líder obrero Rafael García, lo que provocó el inmediato malestar entre sus compañeros, quienes se declararon en huelga.
Previendo una crisis mayor, el vicepresidente y ministro de Gobernación, Justicia y Sanidad, Julio Lozano Díaz, acudió personalmente a la zona del conflicto para mediar. Sin embargo, la detención del representante del Departamento de Mecánica, Juan Canales, un día antes, agravó la situación, y para el 30 de abril el efecto dominó ya había alcanzado El Progreso, donde todos los trabajadores bananeros se sumaron a la huelga en solidaridad con sus compañeros.
Al paralizarse las actividades de la Tela Railroad, también se detuvieron los obreros de la Standard Fruit Company, afectando a todo el país. Solo después de casi dos meses de protestas, multimillonarias pérdidas y arduas negociaciones, el 9 de julio de 1954 se firmó un acta en la que las compañías se comprometían a cumplir algunas (no todas) de las exigencias de los trabajadores.
Aunque los acuerdos no se cumplieron de inmediato, gracias a esta histórica huelga, en 1959 —bajo el gobierno liberal de Ramón Villeda Morales— se promulgó el Código del Trabajo, que por primera vez garantizó los derechos de los trabajadores asalariados, dignificando su lucha por el bienestar individual, social y estatal.
Impacto social
Según el historiador y director del Archivo Nacional, Josué Sevilla, el 1 de mayo sirve como un espacio para la manifestación social y la exigencia de diversos derechos. A lo largo de la historia, su conmemoración ha dependido del contexto político del país; sin embargo, los trabajadores continúan marchando en grandes multitudes, portando pancartas y consignas.
Se celebra el 1 de mayo y se paraliza la economía nacional en los centros urbanos. Este día ha tenido diversos momentos; ha servido para oponerse a gobiernos, como el de Carías, y a situaciones antidemocráticas. También ha sido un punto de referencia para exigir más derechos laborales”.
Sevilla considera que esta tradición perdurará en la historia hondureña. Aunque podría experimentar modificaciones, continuará siendo un espacio legítimo para reclamar, exigir y manifestarse por los derechos laborales.