El desplazamiento forzado continúa siendo una de las principales crisis humanitarias en Honduras, advirtió Danielle Álvarez, oficial de comunicaciones de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Al menos 247,000 personas han sido desplazadas internamente a causa de la violencia, una problemática que sigue latente y cuya solución demanda atención urgente del Estado hondureño.
Álvarez explicó que, aunque existen causas estructurales detrás del fenómeno —como la pobreza extrema y el deterioro institucional—, la violencia sigue siendo el principal motor que obliga a miles de hondureños a abandonar sus hogares.
Asimismo, resaltó la necesidad de una articulación institucional eficaz, así como de una legislación específica que permita prevenir y atender el desplazamiento forzado.
La crisis no solo se manifiesta dentro del país. Según cifras de ACNUR, más de 338,000 hondureños se encuentran refugiados o han solicitado asilo en otros países. Esto posiciona a Honduras como el principal país de origen de refugiados y solicitantes de asilo en la región durante el primer semestre de 2024, superando a sus vecinos centroamericanos.
La situación tiende a agravarse por la reducción de fondos humanitarios y las crecientes dificultades para obtener asilo en otros países, lo que ha dejado a miles de hondureños en una situación de vulnerabilidad extrema. Estos datos coinciden con los del Consejo Noruego para Refugiados (NRC), que incluyó a Honduras en el noveno lugar de su lista anual de las diez crisis humanitarias más desatendidas del mundo, solo por detrás de países como Camerún, Etiopía y Mozambique.
“El espacio humanitario se ha reducido, los fondos se han limitado y el acceso al asilo se ha restringido. En este contexto, los riesgos para la población hondureña se multiplican, mientras que sus opciones para un futuro seguro disminuyen”, recalca un informe reciente del NRC.
Finalmente, los expertos señalan que, si bien la violencia es una de las principales causas, la pobreza extrema y los efectos del cambio climático también han contribuido al aumento del desplazamiento forzado, creando un entorno aún más precario para las comunidades afectadas.
