En la recta final hacia las elecciones generales de 2025, los principales aspirantes a la presidencia de Honduras Salvador Nasralla (Partido Liberal), Rixi Moncada (Partido LIBRE) y Nasry Asfura (Partido Nacional) siguen sin presentar planes de gobierno estructurados. Así lo señala el Centro de Estudio para la Democracia (Cespad) en un documento publicado a través de su portal web.
El escrito advierte que la campaña avanza entre promesas verbales y actos públicos, pero sin documentos que detallen metas, plazos, presupuestos o mecanismos de ejecución de un plan de país, y evidencia una alarmante carencia de propuestas verificables o compromisos concretos.
En ese sentido, la organización realizó un análisis de los principales candidatos a la silla presidencial. En el caso de Salvador Nasralla, el informe indica que apuesta por un discurso centrado en la generación de empleo mediante la reactivación del campo y la inversión privada. Aunque promete “volver al campo” y reducir la dependencia alimentaria, no menciona la desigual distribución de la tierra ni los históricos conflictos agrarios del país.
Sus propuestas de infraestructura, como un ferrocarril interoceánico o una carretera costera, carecen de estudios técnicos o justificaciones ambientales, según el documento. Por otro lado, su postura en relaciones internacionales evidencia dependencia y alineamiento con Estados Unidos, al que considera el “socio estratégico” por ser el principal destino y origen comercial de Honduras.
Esto justifica su rechazo a acercamientos con China —a la que califica como amenaza— y su respaldo al restablecimiento de relaciones con Taiwán. La propuesta de eliminar el bono tecnológico refleja su intención de terminar con los programas de asistencia del gobierno actual.
En el caso de Rixi Moncada, moviliza una narrativa que confronta al “neoliberalismo corrupto” y al bipartidismo, presentando su candidatura como la continuidad del proceso refundacional iniciado por la presidenta Xiomara Castro y el expresidente Manuel Zelaya.
Asimismo, su discurso defiende lo público y la justicia social, pero evita pronunciarse sobre temas clave como la reforma agraria, el respeto a los territorios indígenas o la transición ecológica. Su mensaje enfatiza la lucha, pero esquiva las propuestas, sostiene el documento.
“Reconocer estas deudas implicaría admitir algunos límites del actual gobierno, lo que podría ser electoralmente arriesgado. Sin embargo, esta omisión debilita la credibilidad de su propuesta refundacional ante los sectores que luchan por la tierra y los derechos territoriales”, señala el análisis.
Nasry Asfura, exalcalde capitalino, encarna un perfil conciliador y ejecutivo. Promete orden, trabajo e inversión, presentándose como un hombre de acción que evita confrontaciones.
Sin embargo, en su discurso no hay una sola mención a los conflictos territoriales, la crisis ambiental o la criminalización de defensores de la tierra. Su campaña prioriza los símbolos del nacionalismo tradicional y evita temas sensibles.
“Su discurso carece de propuestas claras, ya que sus menciones a inversión, empleo y estabilidad no abordan soluciones específicas para problemas como la pobreza rural, la concentración de tierras o la crisis ecológica”, advierte Cespad.
La organización reitera que, pese a la gravedad y persistencia de los desafíos que el país enfrenta, los discursos y plataformas políticas de los partidos en contienda no han integrado de forma sustantiva esta agenda.
Además, argumenta que, a estas alturas del calendario electoral, la ausencia de documentos oficiales que respalden las propuestas de los candidatos plantea “una alerta seria” para los millones de hondureños que ejercerán el sufragio.
Finalmente, señala que, sin planes de gobierno, la ciudadanía no tiene más opción que evaluar promesas hechas al micrófono, muchas de ellas sin conexión con las urgencias sociales y ecológicas del país.
“Con el proceso electoral ya en marcha, aún hay espacio para exigir propuestas reales. La ciudadanía necesita más que discursos inspiradores: necesita respuestas estructurales. El futuro del país no puede seguir librándose en slogans”, concluye.
