Las procesiones no solo caminan sobre alfombras de aserrín; también lo hacen sobre el asfalto de una Honduras que ha cambiado. En los últimos años, la Semana Santa ha dejado de ser exclusivamente un ritual religioso para convertirse en un termómetro de cómo el país ha modernizado su infraestructura, su economía, su forma de habitar el espacio y hasta su manera de creer.
En ciudades como Comayagua o Tegucigalpa, las antiguas procesiones coloniales conviven con drones, selfies y transmisiones en vivo. Mientras tanto, en el norte y sur del país, el feriado se ha transformado en una de las movilizaciones turísticas más grandes del año, donde millones de personas viajan gracias a carreteras asfaltadas, plataformas digitales de reservas y una creciente oferta hotelera.
Aunque es una fiesta tradicional, estas prácticas religiosas han sabido sobrevivir al paso del tiempo, adaptándose a los cambios culturales, políticos y sociales.
Historiador, Nelson Carrasco.
La expansión del turismo interno es una de las señales más visibles. En años anteriores, apenas unos cuantos destinos eran populares. Hoy, comunidades enteras se preparan todo el año para recibir visitantes. Playas, montañas, pueblos coloniales y hasta rutas religiosas han surgido como nuevas economías temporales que dependen del feriado.
Según Carrasco, en la actualidad todo ha cambiado, ya que las personas que no practican la religión se dedican a veranear. También hay cambios más sutiles: las nuevas generaciones, formadas en escuelas urbanas y expuestas a redes sociales, participan en las procesiones, pero con celulares en mano. La espiritualidad se expresa en historias de Instagram, y la devoción, en una estética cada vez más visual, más compartida.
Aun así, hay núcleos que resisten. Cofradías centenarias, como las de Comayagua, defienden los tiempos del incienso y el silencio. Para ellas, cada paso lento es un acto de resistencia frente al vértigo de la modernidad. Pero incluso ahí hay cambios: jóvenes que aprenden a cargar imágenes desde la universidad, con formación en historia, antropología o arte sacro.

La Semana Santa, entonces, no es solo un feriado religioso. En ella se reflejan los avances en infraestructura, los cambios en el consumo, el papel de las mujeres en los espacios públicos, el uso de la tecnología y la transformación del sentido de comunidad.